viernes, 30 de diciembre de 2016

Aprender a despedirse

En 2016 aprendí a despedirme. La vida nómada que me toca -y a la que empiezo a acostumbrarme -, me ha dejado diversas despedidas, todas entrañables y con su correspondiente dosis de emoción porque cuando trabajas con el material más importante, las personas, es difícil que no afloren los sentimientos y hasta se escape alguna lágrima. Por eso aprendí a despedirme sin decir adiós ni hasta siempre, dos expresiones a las que dejé vacías porque cada vez que me marché me fui llena: enseñanzas, valores, amistades, sonrisas y risas...todo el tiempo. Aprendí a despedirme y a vivir con los recuerdos porque hay momentos tan sanos y que aportan tanto equilibrio que no pueden dejarse en un cajón a la espera de que se evaporen. Aprendí a despedirme abrazando y dejándome abrazar.

Sin embargo, también tuve que aceptar otras despedidas que el año quiso dejarme. Por eso aprendí a despedirme sin mirar atrás, sin rencores, dejando nulas las palabras que no dije y que ya no diré; y no hay más que añadir. También aprendí a despedirme mirando al futuro, siendo consciente e intentando concienciar de que a veces no queda otra que echar la vista hacia adelante aunque el instante nos brinde un horizonte difuso y falto de esencia.

Y por aprender, hasta aprendí a despedirme de los míos a corto plazo -¡qué duro se hace a ratos!-, de aquellos que siempre están, los que dan sentido al verbo volver, quienes son sinónimos de hogar, los que me hacen ser quien soy, los que me dejan ser como soy sin juzgar mis maneras e ideas.

Aprendí a despedirme y me despedí aprendiendo...y aunque no todo, me llevo muchos de los momentos vividos conmigo, al nuevo año, a los nuevos días.

Y ahora sí: que venga todo lo que tenga que venir. Con todas las ganas te espero, 2017.

sábado, 3 de diciembre de 2016

A vueltas con la vida

Me dedico desde hace un año a dar clases de Lengua castellana y Literatura en institutos públicos de Andalucía. Profesora interina que recorre kilómetros y que cree haber encontrado, dentro de un aula y rodeada de adolescentes -con sus dudas, sus problemas, sus ánimos y sus ganas de comerse el mundo-, su verdadera vocación.

Pero antes de eso, mucho antes, me apasionaba tanto el periodismo que fue la licenciatura que estudié. Hoy admiro y respeto a los compañeros y a los medios y programas que hacen periodismo de verdad (y no son tantos).

Hace algo más de quince días me reencontré con el periodismo gracias a la educación. Y he vuelto a vincularme con el primero mientras me dedico a lo segundo. Me han dado la oportunidad, y tengo la suerte, de colaborar cada quince días en La Voz del Sur con un artículo de opinión, un espacio en el que escribiré libremente de aquello que me interese.

Podéis buscar mis artículos en el siguiente enlace http://www.lavozdelsur.es/usuarios/leticia-trigueros .

Diciembre: acróstico

Di lo que quieras: llámame
Ilusa cada vez que te 
Cuente que
Imagino que podemos dejar pasar
El invierno mientras nos
Mecemos en sábanas de
Besos, desnudos de ropa y piel,
Refugiándonos simplemente
El uno en el otro

Sujetaba con firmeza el volante...

Sujetaba con firmeza el volante. 
Sus manos sabían a donde llevarme,
y coincidía exactamente 

con el lugar al que quería dirigirme.


Sus manos. 
Aquellas que acariciaban los puntos cardinales de mi cuerpo,
y que ahora acortaban la distancia 
para que yo llegase a tiempo a su vida.

La noche se convirtió...

La noche se convirtió
en el momento perfecto de cada día
porque en las horas oscuras
tus sueños y los míos
coincidían en la misma almohada.

Llegaste para descubrirme...

Llegaste para descubrirme un mundo 
que no aparece en los libros de geografía.
Y, sin embargo, 
el mapa para no perderme está en tu piel. 

Y te besé

Y te besé.
Aun sabiendo que hay besos que no regresan 
a la boca de la que partieron.

Y me besaste.
Fue verdad aquello de que lo que se da no se quita 
y por eso la huella de tus labios permanece en los míos.

Y te volví a besar.
De paso te entregué un cheque con fondo ilimitado de besos.

Y me besas.
Porque esta vez decidimos saborear el momento 
y que la historia nos supiese bien.

He visto la superluna...

He visto la superluna sobre mar y asfalto;
he contemplado nubes de formas imposibles 
que en el horizonte simulaban montañas misteriosas 
a las que dirigirse para perderse; 
y el cielo, apenas unas horas antes, 7
fue rosa después de ser azul, 
y dejó habitar en él una bola de fuego imponente y cegadora.
Y yo, que siempre ando al borde del click 
para captar esos instantes, dejé escapar aquellos momentos...
No es que ya no me importe, 
es que ahora ando distraída intentando capturar, 
de nuevo,  tu mirada.

lunes, 7 de noviembre de 2016

domingo, 16 de octubre de 2016

A favor de la palabra

“Las palabras son mentiras, trampas”.

No, la palabra tiene que ver con la lingüística, o con la representación gráfica de aquello a lo que se refiere. Un conjunto de letras, un grupo de fonemas, que reunidos y junto a otras palabras comunican nuestro mundo y nuestro ser.

Las palabras solo son mentiras en algunas bocas; y confusiones en algunos oídos. Y se vuelven trampa cuando nos dejamos enredar en ellas sin usar la razón, sin comprenderlas ni valorarlas. Pero es nuestro error; ellas solo cobran vida cuando decidimos articularlas o escribirlas.

Mas, si aquella afirmación fuera cierta y las palabras son mentiras, ¿a quién engaño cuando escribo? Quizá sea víctima de mis propios embustes, cuentacuentos sin historia veraz y sin remedio; diccionario vacío en un cuaderno escrito, compositora sin significado ni significante…

Y si así fuese, ojalá caigas en la trampa alguna vez y te dejes liar por la duda, el deseo, la afirmación, la emoción, la reflexión y el sinfín de expresiones implícito en cada una de ellas.


Y si así fuese, ojalá también las uses con ganas y con pasión, con compromiso, libertad, tolerancia y respeto; y crees historias y en el debate de si mentira o realidad, sueñes con ellas y con ellas hagas soñar.   

miércoles, 12 de octubre de 2016

Metamorfosis otoñal

Las calles empiezan a beberse el otoño y los árboles mudan lentamente su color antes de que sus hojas formen un manto en el suelo.
Mientras, la metamorfosis del cuerpo y el alma: se nos escaman los poros de la piel y se nos hiela el corazón. Y, a ratos, ni el calor del sofá nos cura el hastío y la soledad.

Brotan los recuerdos creyéndose primavera aun cuando no son más que nostalgia.
Se nos enfría la mirada tras un cristal que ofrece también una vida aparentemente congelada.

Las palabras se quedan mudas al tratar de articularse en mi boca, pero no se niegan a la idea de quedarse impresas en un cuaderno de notas. Y así, la caligrafía imperfecta de todas estas letras conforman el relato de una tarde cualquiera en un otoño incipiente. 

Amor desmedido

Los kilómetros que separan tu cuerpo del mío.
Los litros de gasolina que necesito repostar 

para acortar distancias entre tú y yo.
Los vasos de agua que sacian el aleteo de las mariposas de mi estómago.
Las copas de vino con las que vamos a brindar durante la noche.
Los centímetros de tu colchón.
Las prendas de las que nos despojaremos.
Los besos que nos caben en el cuerpo.
Las veces que haremos el amor.
Las horas que pasaremos mirándonos: pensando en nada, sintiendo todo.

Podría contarlo, ponerle números a cada momento, 

pero la vida contigo me gusta sin cifras, sin medidas...y sin medida.

Amores eternos de un rato

¿Qué fue si no aquella noche? 

Apenas un rato comparado con el resto de la vida. 

Aunque ajustásemos las sábanas
con la intención de quedarnos a vivir allí,
desordenándonos, sin embargo, la existencia.
Haciéndonos promesas que se nos quedaron en los labios,
organizando viajes que no llegaron más allá de nuestra piel.
Y a pesar de eso,
las caricias que salieron de tus manos 

se quedaron tatuadas en mi alma
y tus palabras no se las llevó el viento
y no apagaste la luna
y me sigue mirando de vez en cuando.
Amores eternos de un rato: efímero el amor, extenso el recuerdo. 

Llegaste dándole la vuelta a mi mundo...

Llegaste dándole la vuelta a mi mundo
giré para lograr el equilibrio
y del revés descubrí
la manera más sencilla de quererte.

Otoño

 Olvidar.
 Titubear nombres ante rostros desconocidos.
 Olvidar sin recuerdos.
aÑorar lo que se perdió con la memoria.
 Olvidarlo todo. Olvidar la vida. Olvidar vivir.

El viento se puso a tu favor...

El viento se puso a tu favor 
y dejó que avivases las brasas 
de nuestro particular incendio

Infinitas vidas e historias...

Infinitas vidas e historias tras las ventanas. 

Incluso la nuestra, pendiente de reconstrucción. 

Que el tiempo que viene nos pille con lápiz y papel a mano, 

que nos queda mucho por escribir...y reescribir.



Se están esfumando...

Barbate. Verano 2016
Se están esfumando los días del calendario 

al tiempo que se borran nuestras huellas de la arena. 

Quizá queden los actos, 

pero nos acerca a la locura pensar que también las palabras 

se las está llevando el viento que mece las últimas mareas.
Se está derrumbando todo...

y el verano que nos prometimos se nos está cayendo hasta de la piel. 

Formas perfectas...




Formas perfectas, inalcanzables, 

de un mundo que a ratos deja todo por desear. 

Desamor y revolución

Tenías cicatrices,
habías perdido guerras
y contabas bajas en tu ejército.

Conocías el desamor,
aderezabas la ginebra de amargas lágrimas
y la nostalgia se había adueñado de tu almohada.
El miedo dominaba tus andares,
traías demonios pegados a la piel
y el odio, a ratos, se instalaba en tu cabeza.
Pero también tenías revolución en los ojos; 

por eso te esperaba, 

por tu forma de ser humano en el olimpo de los dioses.

Quizás no consigamos...

Barbate. Verano 2016.

Quizás no consigamos frenar el tiempo,
pero hemos logrado parar los relojes

miércoles, 24 de agosto de 2016

Nefelibata

Barbate. Cádiz. Verano 2016.
Lunática. También obsesionada con las nubes aunque sin llegar a habitarlas. La mente siempre en el suelo, pendiente de donde pisan y se dirigen mis pies; a pesar de que la mirada a menudo termine perdiéndose en el cielo.

Donde hace algunos años buscaba formas y personajes, ahora busco colores, como el de esta tarde de un casi agotado -que no agotador- verano. Se nos escapan los atardeceres sobre el mar...

Y sin embargo, incongruencias de la vida, el tiempo de soñar no ha hecho más que empezar.

martes, 23 de agosto de 2016

Arrebol


Castillo de San Sebastián. Cádiz. Verano 2016.

Eolo da un respiro y nosotros recobramos el aliento. 
Apolo reúne a la musas y éstas, imperceptibles, 
sacan sus pinceles y eligen los tonos a utilizar 
en su amplia paleta de colores: en el lienzo resultante 
el sol es una brújula que no se esconde por el oeste 
pero siempre indica el sur. El mar ha perdido el azul del alba 
y ahora es un cofre del botín inalcanzable por los piratas, 
el que almacena los recuerdos que tantos arrojamos allí 
con la esperanza de que no alcancen jamás la superficie. 

La belleza natural me emociona y perturba a partes iguales. 

Aprieto el botón y guardo la fotografía 
como si al hacer click tuviese la potestad de capturar, 
realmente y para siempre, aquel instante.

Pero...

No escucharás nunca de mi boca que la vida no tiene sentido sin ti, 
Cádiz. Verano 2016.
porque la vida siempre tiene sentido; 
pero puedo decirte que la vida me gusta contigo.
No recordaré qué números componen las fechas importantes, 
pero conozco tanto las letras que inventaré palabras para nosotros.
No te prometo una "vie en rose", 
pero tengo una paleta de colores para pintar cada instante con uno de ellos.
No puedo prometerte el cielo, ni las estrellas y luna que lo embellecen, 
pero a cambio te ofrezco un paseo incansable por la tierra para que disfrutes con los cinco sentidos de la realidad.
No cruzaré mares por ti, 
pero estaría dispuesta a bucear océanos contigo.
No te llamaré amor, 
pero prometo dártelo envuelto en besos y caricias.

No te ofrezco nada, sin embargo, entre los dos podemos conseguirlo todo. 

sábado, 13 de agosto de 2016

Nostalgia

Playa del Carmen. Barbate. 2016.

Hay días en los que el ayer decide alojarse en el presente sin aviso y sin contemplaciones.

Viene y me recuerda que la vida un día decidió injustamente dejar de contar contigo y, en aquel instante de ocaso, entendí el concepto real de inmortalidad porque hay gente que se va pero nunca se marcha. Como tú.

Y un rato después de asumir que hay una parte de mi que siempre descontará horas y tachará días del calendario con una dosis de melancolía, aparecen también las palabras; más permanentes incluso que los propios recuerdos porque duele su lectura, el trazo de las letras de las que se componen, su significado. El que tenía entonces: el de la aventura que empieza cada día y concluye en sábanas desordenadas que permitían ser tan libres como nuestra locura requería. Y el de los besos escritos, los que se dieron y los que quedaron en el olvido, aquellos que cada vez que aparecen se clavan sin llegar a rozar los labios.

Así es como descubro que hay días que la nostalgia se nos pega tanto a la piel que consigue arañar el corazón; y que hay tantos tipos de nostalgia como colores pueden presentarnos los atardeceres que ya nunca contemplaré contigo. Ni contigo.

jueves, 11 de agosto de 2016

Epifanía

La Caleta. Cádiz. Año 2014. 
La venda de mis ojos se cayó un día desgastada por el tiempo. Me cegó el sol y en aquella obnubilación fue donde empecé a ver que nos enredamos en cuerdas sobre las que se hace imposible mantener el equilibrio y rehuímos de los caminos de piedras en los que mantenernos en pie depende solo de nosotros; como la felicidad.

Y descubrí que es preferible sumergirse en el agua salada, aunque en ella escuezan las heridas, que ahogarnos en copas de vino envenenadas por otros.

Que valen más las verdades que nos hacen morder el polvo, que las mentiras que nos conforman y, a su vez, conforman una vida sustentada en el engaño.

Se reveló el valioso poder de una sonrisa frente a la incapacidad frustrada de la rabia. Aprendí a ganar; aprendí a aceptar la derrota. Aprendí, a fin de cuentas, a vivir. 

Y pacté con el sol que sus rayos ofuscasen mis ojos, porque solo entonces, en ese momento, mi alma lograría abarcarlo, y comprenderlo, todo. 

martes, 9 de agosto de 2016

Soledad

Cádiz. Plaza de las Flores. Año 2014. 
Observar cómo pasa la vida. La vida de verdad; la de aquellas personas que se dirigen de un lado a otro riendo, mirando a su alrededor, sumergidos en sus ensoñaciones o averiguando maneras de resolver aquel problema que atrapa sus pensamientos.

Nunca estuvo tan cerca este hueco de ser la definición real de una ventana al mundo: el nimio espacio que nos mantiene en él o nos aleja pero que, en cualquier caso, nos permite saber que en uno de los dos lados algo sigue latiendo, nada se para, que quedan cosas por descubrir, sueños que vivir.

Al otro lado, por el contrario, reina el hastío, la sensación de que no quedan batallas que librar, ni tan siquiera de contarlas. Flaquean las fuerzas y todo el entorno inmediato se desmorona, aunque apenas a unos metros lo demás siga girando.

Debe ser eso la soledad del corazón -aquella que se impone sin ser requerida-: un huésped inesperado que se aloja en nuestro órgano vital y le frena las ganas sin aviso, sin señal de Stop y cediendo el paso a todo lo demás, a todo lo que no tenga que ver con nosotros mismos.

lunes, 8 de agosto de 2016

Luminiscencia

Barbate. Casco histórico. Noche de las velas. 2016.

Me desoriento con facilidad, 
y a conciencia, por callejones.
Ya no me asusta la noche 
ni que apenas un haz de luz sirva de guía.

Yo, que caí en pozos sin fondos 
y me arrojé a tu vacío sin que hicieses nada por salvarme,
camino con paso firme:
con el cielo bajo los pies
cuando mi cabeza se muda a las nubes;
con la tierra sobre mis pensamientos
si de ponerme seria va la historia.

Camino como quien sabe a dónde va,
aun cuando el trayecto señala una calle sin salida:
dar marcha atrás y desandar algunos pasos
no es siempre una desafortunada elección.

Y allí, en la línea de salida, 
fue donde descubrí que mil calles no llevan hacían ti
- en contra de la canción-,
pero que todas las calles por las que transito dan al mar
y en él, incluso cuando se cierne la oscuridad,
impera la luminiscencia.


Paisaje urbano: líneas en la carretera.

Podremos perdernos en líneas paralelas
y encontrar sin dar rodeos la salida de un laberinto.

Haremos caminos de ida y vuelta.
O solo de ida. O solo de vuelta.

Recorreremos el mundo mecidos en sueños.
Y soñaremos sobre el asfalto con el próximo destino.

Luego está el trayecto imborrable:
el de mi boca a tu boca.
Y con los ojos cerrados.

Es el sol de tu mirada...

Es el sol de tu mirada 
el que tiñe mi piel de felicidad.
A nosotros aún nos queda verano.

Las palabras que pienso...

Las palabras que pienso
tú las ordenas en mi boca.

miércoles, 13 de julio de 2016

El desorden que dejas

FICHA TÉCNICA:
Título: El desorden que dejas.
Autor: Carlos Montero.
Editorial: Espasa Libros.
Número de páginas: 408.
Otros datos: XX Premio Primavera de Novela.

No recuerdo bien donde conocí este libro (supongo que en alguna cuenta de Twitter o Instagram, que es donde últimamente conozco muchos de los títulos que después caen en mis manos); me llamó la atención el título y cuando me aventuré a indagar su argumento, he de reconocer que estuve a punto de dejarlo aparcadao: mi primer año como interina me había dado demasiadas satisfacciones como para involucrarme en esta historia (sí, porque yo en los libros me involucro y, a veces, los vivo demasiado). Pero también es cierto que bastan solo unas páginas para que no puedas soltarlo.

Raquel es una profesora interina de lengua y literatura que llega al pueblo de su marido a cubrir el puesto de una profesora que ha aparecido muerta, Viruca. Aunque la protagonista intenta que estas circunstancias no afecten al trabajo que pretende desarrollar, entre los papeles de los alumnos encuentra uno que dice: y tú, ¿cuánto vas a tardar en morir? Esta pregunta lleva a Raquel a querer conocer qué fue lo que llevó a la muerte a
su predecesora.

Cada nuevo dato que la protagonista averigua le hace dudar de todo y de todos y el autor consigue que el lector acompañe a la profesora no solo en su viaje investigador sino también en un viaje psicológico de su propia vida: miedos, decisiones, etc.

Un libro, en definitiva, que consigue atraparte desde la primera página y que te mantiene en vilo hasta el final. De lectura fácil y ágil, a la que cuesta resistirse porque en todo momento suceden cosas que, sin embargo, han sido organizadas de una manera coherente e inteligente por parte de Montero quien no obvia, a lo largo de su obra, detalles que hacen que la historia se encuentre cercana a la realidad: crisis económica, acoso en los centros de enseñanza...

Como siempre destaco una frase de la novela: Nunca nada es para tanto.

lunes, 11 de julio de 2016

La vida, sin maquillaje

Me gusta la vida sin maquillaje, auténtica.
Y eso significa aceptar sus vicisitudes, los golpes, las caídas, las despedidas anunciadas y las que acontecen sin previo aviso.
Admitir que ahogaremos las penas en alcohol seco -con la controversia que ello supone-, que habrá heridas que nunca cicatrizarán, lágrimas que jamás dejarán de brotar (al menos en el alma).
Esto supone también aprobar que el camino, sea cual sea el destino, no se recorre en un día, que acariciaremos la meta pero no la sobrepasaremos, que, en ocasiones, las circunstancias nos obligarán a darnos la vuelta en mitad del trayecto.
Tolerar que hay historias que no terminaremos, igual que hay libros que no concluimos y palabras que ya no diremos.
Pero solo en esta vida sin añadiduras ni aditivos valdrá la pena la felicidad (recordad, aquellos instantes fugaces, efímeros). Únicamente cuando no nos empeñemos en pintar de rosa aquello que no es, podremos apreciar lo que realmente vale la pena aunque no necesite moneda de cambio: las sonrisas cómplices sin la presencia de un objetivo fotográfico, miradas que brillan al sentirse observadas, el tacto de una piel, el olor impregnado en tu ropa tras un abrazo (y el deseo de que se quede allí algún tiempo),...
Y más: la satisfacción de cumplir uno de los diez mil sueños que anhelamos, de aprender algo nuevo cada día, de darse cuenta que el momento es ahora y no vas a ponerle ni un pero.
Entender que a la vida no se le debe poner filtros.
Comprender que la vida tiene un color a cada rato y, a veces, es maravilloso. 

domingo, 10 de julio de 2016

Días de verano...

Días de verano que se tornan grises, 
políticos que siguen contando sus mentiras a medias,
y en una sociedad en la que impera la imprudencia y el desorden, 
apareces tú creando un universo para dos 
en el que has conseguido lo que nadie antes logró:
hacer que mi sonrisa sea un gesto involuntario. 

De sueños...

Soñad.
Con los ojos abiertos, cerrados,
a cualquier hora y a destiempo.
Soñad, que ya vendrá la realidad a despertarnos
o a darnos las hostias que no nos dimos durante el letargo, 
en la ilusión de aquel instante.
Soñad. Soñad siempre.
A veces, es lo que nos queda. 

Ahora sé que fue...

Ahora sé que fue lo que me enamoró de ti.
Estaba en tu mirada, 
en la manera en la que tus ojos sonreían, 
en el cómo le pedían más tiempo a la vida y ella se lo daba,
en el atrevimiento con el que me observaban,
en los desmanes que me proponían.
Y allí, a pesar de la ausencia de palabras, 
quise quedarme a vivir.

Y si al final...

Y si al final, los peores presagios se cumplen
y los días terminan fundiéndose con la noche, 
no me importará no volver a contemplar amaneceres de colores inexplicables
ni la luna en plenitud de aquellas madrugadas.
Porque contigo todo.
Y sin ti, sin ti...la nada. 

Verano

Verte para 
Entender porque perduran los
Recuerdos de 
Aquello que
Nos unió y, sin embargo, nos convirtió en
Otros: unos desconocidos que se quedaron rotos.

Leerte y releerte...

Leerte y releerte,
acariciar cada signo de puntuación,
sentir cada palabra,
otorgarle alma a cada frase 
y comprender, tras nuestro baile de letras, 
que a mi la vida me gusta contigo.

La métrica de tus labios...

La métrica de tus labios se roza 
con los besos que se escapan de los míos
en cada verso improvisado.
Y así es como tú y yo hacemos poesía.

Centímetros...

Centímetros,
la única distancia a la que te quiero. 

No nos dijimos...

No nos dijimos que nos extrañábamos,
que, a ratos, nos necesitábamos,
y aquel silencio hizo que nos lo creyésemos...
                                             hasta caer en el olvido

Nos propusimos ser felices...

Nos propusimos ser felices
y esta vez nos salió bien.

...y rendirme...

...y rendirme
porque en la batalla de tus labios dejarse perder es una victoria...

Y entre los sentimientos irreconciliables...

Y entre los sentimientos irreconciliables
del poder, el deber y el querer
se encontraban mis ganas.
Y tú, complicándome la vida.
Y yo, dejándome.

Nos perdimos...

Nos perdimos.
Porque agotamos las excusas para mantenernos unidos
y consumimos todas las formas de desabrocharnos el alma...
                                                          y la piel.

Nos dejamos para luego...

Nos dejamos para luego,
aun sabiendo que luego sería demasiado tarde...

No resultó suficiente...

No resultó suficiente contener mis ganas.
Ni resultó suficiente con tener tus besos.

Casi calambur

Estar detrás de mi, ahora.
Es tarde tras de ti, ya.

Si todo el tiempo...

Si todo el tiempo que llevo contigo
estuviera almacenado en un reloj de arena
se rompería de darle vueltas
por querer repetir cada momento.

Y por quedarnos...

Y por quedarnos...
nos quedó hasta las ganas de querernos bien. 

Me ha costado aprender...

Me ha costado aprender
que la mejor manera de enseñar los dientes
es sonriendo a la vida.

Mi vida es una poesía...

Mi vida es una poesía
y tú la mejor de mis estrofas

De autor que prefiere permanecer en el anonimato

Y se nos fue de las manos...

Y se nos fue de las manos
porque antes había escapado a la razón
y desbordado el corazón.

Guardo aquel papel...

Guardo aquel papel donde anoté tu dirección
consciente de que el día que tenga que recomponer
las piezas claves de mi vida,
tú serás uno de los lugares a los que tendré que acudir
en busca de mis recuerdos...

Alguien inventó...

Alguien inventó el futuro utópico
sin saber que íbamos a conjugarlo
hasta convertir lo imposible
en algo auténtico.

Mientras quede espacio...

Mientras quede espacio en el corazón para una tirita más,
y tiempo que agotar en nuestros relojes,
hay que decir sí a lo imprevisto, 
incluso cuando sea una locura.
Aunque esa locura tenga tu nombre.

Hoy descubrí en el diccionario...

Hoy descubrí en el diccionario
que echar de menos es en realidad
tener nostalgia de ti.
Y la única cura es que vuelvas...
o que yo vuelva a ser la que era,
antes de tu paso por mi vida.

Hacíamos acrobacias...

Hacíamos acrobacias sobre hilos de desequilibrio.
Jugábamos por las noches a ser imprudentes.
Escribíamos al borde del delirio y la insensatez.
Y nadie supo jamás que, en nuestra desatado mundo,
era era la única manera de mantener la cordura.

Lo peor de las mudanzas...

Lo peor de las mudanzas
es no encontrar espacio en las maletas
para guardar todo aquello
que se coló en el corazón

Amores eternos...

Amores eternos: dícese de aquellos
capaces de amarse bien
durante toda la eternidad

Aquellos tiempos

En aquellos tiempos soñábamos con este hoy en el que no somos aquello que esperábamos ser porque un día la realidad nos golpeó y dejó medio heridas nuestras ilusiones.

Entonces éramos jóvenes e incluso nos divertía serlo. Jugábamos a las cartas alrededor de una mesa, al igual que hoy hacen las señoras que quieren ser denominadas de “alta alcurnia”, pero nosotras lo hacíamos en chándal y despeinadas; y nos daba igual ser mal habladas a ratos. En aquella misma mesa se mezclaba el humo del café con el de las decenas de cigarrillos que consumíamos, y hablábamos de las preocupaciones banales de nuestros días: la facultad, los exámenes, nuestras carreras universitarias, los chicos.

A veces también aprendíamos; por ejemplo, aquellos años nos trajo la enseñanza de que la vida está siempre fuera de las cuatro paredes de las que solemos rodearnos para protegernos, precisamente, de esa realidad llamada vida; también la de que los amores no son eternos pero las amistades sí podrían llegar a serlo. El tiempo nos dio la razón. En todo.

Discutimos y sacamos a relucir nuestro carácter en esas discusiones. Nunca nos pusimos de acuerdo al hablar de política, pero sí supimos llorar unidas el horror de aquel inolvidable, por trágico, 11 de marzo. Celebramos las bodas de príncipes en los que hoy no todas creemos. Bebimos, reímos y disfrutábamos mientras imaginábamos el futuro.

Ese futuro que ya es ahora y que es casi tan incierto, o más, de lo que lo fueron aquellos años. No bastó con dar vueltas por el mundo o con girar sobre nosotras una y otra vez para reinventarnos. Nos invade, en ocasiones, la desesperación y, sin embargo, la búsqueda sigue siendo incesante. Hay quienes seguimos imaginando el futuro…

...y lo hacemos volviendo la vista atrás, al pasado, para recopilar instantes y conformar los recuerdos capaces de sustentar cualquier presente. Incluso el que nos ha tocado. Esto es, recuperar el espíritu de aquellos tiempos (las emociones, las sensaciones, los sueños), para lograr sobrevivir a estos.

domingo, 3 de abril de 2016

Desnudémonos...

Desnudémonos...
               de miedos,
               de dudas,
               de orgullo,
               de falsas promesas,
               de arrogancia,
               de los besos que dejaron cicatrices,
               de recuerdos,
               de tristeza,
               de pasados,
               de futuros convencionales.

Desnudémonos de todo...
                     
  ...para que nada nos impida, 
                       aquí y ahora, a ti y a mi, 
                       hacer el amor

sábado, 26 de marzo de 2016

Bipolaridad emocional



Te he pedido que me olvides
cuando yo empiezo a quererte.
He deseado que me quieras
cuando simulo olvidarte.
Y te quiero sin olvido aunque, a ratos,
yo me olvide de quererte.

Si no vas a saber estar...

Si no vas a saber estar
cuando a mi primavera se le cuele un invierno,
no aparezcas tampoco cuando la vida decida hacer de todos mis días
un atardecer de verano

Voy a dejarme ganar...

Voy a dejarme ganar
por tu particular manera de quererme

Quisimos usar la razón para esta historia...


Quisimos usar la razón para esta historia,

y ahí fue cuando todo perdió sentido...

Y si me cortan las alas...

 ...y si me cortan las alas 
solo tendré miedo por no poder a volver a volar juntos...

¿Algo que duela más...?

¿Algo que duela más que algunas verdades?
Las mentiras que te cuentan cuando ya conoces la realidad

Pintaba sus labios y sonreía...

Pintaba sus labios y sonreía mucho, todo el tiempo. 
Y así era como conseguía ocultar 

que la tristeza se había mudado a vivir en su mirada

Voy a fabricar un puente con palabras...

Voy a fabricar un puente con palabras
y ese será el lugar donde encontrarnos
cuando la distancia nos separe...
                                  y nos supere. 

El tiempo no siempre lo cura todo...

El tiempo no siempre lo cura todo,
pero, a veces, nos da motivos
para reconciliarnos con la vida

Creo en las miradas que se cruzan...

Creo en las miradas que se cruzan 
y no necesitan añadir palabras para llegar a comprenderse.
Creo en el deseo y la pasión, o necesidad, 

ocultas tras las manos que buscan rozarse.
Creo en las carcajadas compartidas por todo y por nada.
Creo en el concepto de querer bien, que va más allá de saber decir te quiero...
Por eso no creo en este San Valentín que impone una fecha, un lugar y una persona y sí en el amor...porque a lo ilimitado, no se le puede poner límites.

Tú y yo. Nuestras circunstancias...

Tú y yo.
Nuestras circunstancias.
Dos caminos paralelos destinados a no encontrarse.
Y, con todo en contra, nuestras vidas decidieron coincidir.

Se nos quedó un te quiero en el aire...

Se nos quedó un te quiero en el aire.
Nuestras ganas no fueron capaces de alcanzarlo...
y, ahora, mis letras tampoco consiguen atraparlo.

Hay tristezas temporales...

Hay tristezas temporales que terminan pasando
y tristezas que, aunque apaciguadas, duran toda la vida.

Escuchar cómo el corazón...

Escuchar cómo el corazón se parte como si fuese un cristal 
que queda destruido en diminutos trozos que no pueden recomponerse.
Coger uno de ellos, con fuerza, 

mirar al horizonte y trazar en la tierra el camino a seguir.