Algún
día, quizás debería contarte que en algunos momentos me acuerdo de ti. Llegas a
mi pensamiento de la misma manera en la que apareciste en mi vida: de
casualidad, sin esperarte, sin hacer el más mínimo ruido y, sin embargo, transformando
mi desordenado desorden en un caos aún mayor.
También
tendría que contarte que hay cosas que nunca te he dicho, que has sido
protagonista de muchas escenas de esta película a la que a veces llamamos vida
y que nunca te llamé para recoger los premios aun mereciéndotelos todos.
Tal vez
debería contarte que por esa falta de valor, a la que definimos cobardía,
creo que eres mi ocasión perdida; y cuando pienso en convertir esa impotencia
en valentía dejas de ser la ocasión perdida para ser la oportunidad que aún
está por llegar.
Y si
algún día alejo los miedos y reúno las fuerzas para activar ese verbo contar,
aprovecharé para contarte que, a veces, cuando me acuerdo de ti tengo la
sensación de que te echo de menos… y que, cuando me acuerdo de ti, necesito escribir.